Ubicandonos en los años mil novecientos cincuenta cuatro por allá en Filadelfia,donde nacerían los restaurantes chinos J'unt lee ,lugar de reuniones de negocios de toda índole...oscuros profundos,rojos brillantes y demasiada nebulosa en sus alrededores...Así comenzaría la historia de desapariciones .
Este joven personaje escritor amateur y sonámbulo de inspiración, iría por aquel contrato sin retorno...
En donde las promesas conllevan a el costo más caro, dónde la lucidez ciega la corrupción.
Historia donde nos lleva a recordar que todo contrato debe ser firmado,en aquella sala pequeña donde el tintero de oro mágicamente empuñado daba la estocada final ...Donde el terciopelo dorado que cubría su cuerpo...
cómo por arte de magia se pondría pecoso de sangre y muerte...
Comentarios
Un abrazo. :)
La verdad es que todos los contratos llevan implícitos un tributo. A veces, vendemos una parte física de nosotros mismos: tiempo, energías, paciencia, ánimos...; pero otras, nos embargan el espíritu y nos encadenan de por vida.
En tu relato es la propia vida la que se paga como tasa. Un precio demasiado alto, dependiendo de lo que se quiera conseguir, claro.
La trastienda de un restaurante chino parece un lugar intrigante para ciertos sortilegios. En algunos de mis relatos es la trastienda de un bazar chino, lleno de objetos mágicos por descubrir. Veremos si sale el que tengo bamboleando en mi cabeza.
Buen relato, gracias por compartirlo en este reto especial.
Un abrazo.
Saludos.
PATRICIA F.
ahora, si se tiene que coagular la sangre y va a quedar, así pardonegruzco ya no tanto.
en cualquier caso ese es el color del ambiente wue se trasluce, negro es muy elegante
sbrazoo
Un abrazo.
No sé cómo configurar para responder a cada uno.por eso lo hago de forma general 🙏❤️ gracias
Un saludo.
Me ha guastado, Carlos Eseiza, y creo que es la primera vez que te leo, para no perder de vista tus letras.
El final es sobrecogedor
Un saludo
Puri
Un abrazo!
El título ya invita a leerlo, con ese terciopelo dorado.
Los contratos siempre encierran un arma de doble filo y nunca hay que descuidar su letra pequeña, pues suele esconder cláusulas abusivas.
Un abrazo.
Saludos.
Ya que gusto, abrazo grande a todos